Recuerdo que estudiando empresariales en la Facultad, me familiaricé por primera vez con este concepto. Fue hace más de una década y por aquél entonces iba acumulando conceptos y teorías que algún día tendría que aplicar en mi futura vida profesional.
Me enseñaron que el coste de oportunidad es aquél en el que se incurría cuando renunciábamos a una alternativa y optábamos por otra distinta, se podría resumir como “aquello que dejas de ganar o ingresar por no tomar esa decisión o no escoger esa opción”.
Siempre pensé que el Coste de Oportunidad era como aquel diablillo pequeño que trataba por todos los medios de alterar tu conciencia y cambiar tu decisión. Me lo imaginaba diciéndote, ¡mira a todo lo que vas a renunciar por no atreverte a tomar esa decisión! ó ¡déjate de pensamientos y actúa de una vez o te arrepentirás de todo lo que has dejado escapar!.
Creo que este concepto debería ser reposicionado, ya que aunque incluya a dos términos que son bipolares, -por un lado tenemos un factor negativo como es el coste y por el otro la oportunidad que es netamente positivo-, su fusión sería altamente beneficiosa.
Apuesto por introducir una nueva acepción para este término, desde hoy, El Coste de La Oportunidad será aquel en el que voluntariamente incurra porque genere una satisfacción colectiva o repercuta en el bienestar social.
Me explico. Todos conocemos como está nuestro entorno y los esfuerzos titánicos que hacen nuestras maltrechas microeconomías para obrar el milagro de pasar una nueva página del calendario. El caso es que todas las empresas se afanan por reducir sus costes hasta extremos insospechados y se han lanzado a una guerra en la que lo importante es producir mucho, malo y barato. Vale que España está hecha unos zorros, pero sigue siendo una potencia económica, con cierto nivel de vida y de bienestar social, por lo que no nos viene nada bien este tipo de apuestas empresariales, ya que nuestro país no es referente si se quiere producir mucho a coste muy bajo. Todo esto está provocando que muchas empresas se marchen a otros países más “atractivos” como puedan ser Marruecos, casi todos los del Sureste Asiático y los más pobres de Suramérica. El resultado es una pérdida de tejido empresarial de primer orden que amenaza con mandarnos a la UVI en breve, si es que quedara tiempo para pasar por hospitales.
Es como si no nos diésemos cuenta, que detrás de toda reducción drástica de costes lo que primero se produce es una reducción drástica de empleos. En nuestro querido país, de lo que más rápido se prescinde es de los trabajadores y eso hace que nuestro consumo interno cada vez sea más precario. A consecuencia de ello, las empresas tienen que vender más barato, porque las carteras están vacías y las tarjetas de crédito generan extractos que parecen sentencias, así que toca luchar por precio y optimizar cada €. Este ha sido el origen de la cultura Outlet, porque día a día demandamos que las empresas expriman más sus costes hasta que los chiqui-precios sean del tamaño de los diminutos. A estas alturas, ya tendréis claro lo que esto supondrá….efectivamente, más perdida de empleos, justo lo que necesita este país.
Pues bien, llegados a estas alturas de la película creo que va siendo hora de que nuestro protagonista, El Coste de La Oportunidad, se disfrace de héroe y actúe como tal. Propongo que todos nos concienciemos de que esto no puede seguir así, porque va en nuestra contra. Que merece la pena pagar un poco más y apoyar a aquellas empresas que generan riqueza y puestos de trabajo, que las hay y están sufriendo la crisis. Que no debemos caer en la tentación (más líbranos del mal) de apoyar a todas aquellas que se trasladan a otros países para producir más barato dejando un cementerio de parados en muchos pueblos y ciudades de España. No pretendo caer en un discurso nacionalista o proteccionista, ya que no se trata de favorecer a todas aquellas empresas que sean españolas, sino de apoyar a las que generen riqueza y empleo en España.
Nuestra Demanda Interna sufre una Anemia de Caballo y ni el turismo ni las exportaciones conseguirán que la situación mejore. Todos debemos aportar nuestro granito de arena ya que nada por sí mismo es decisivo pero todas las acciones suman. Por supuesto que las empresas tienen que asumir nuevas responsabilidades y actuar con más diligencia y del Gobierno, mejor ni hablar, pero que no quede por falta de esfuerzo de una ciudadanía que actúa pese a su indignación.
José María Donate
Marketing Consultant